Manuel trabajaba en los barcos
Y tenía en los labios sabor a revolución
Algún otro de negros presagios
Miraba sus sueños lejanos con perfidia explosión
La envidia que es muy mala amiga
Se convierte falaz en palabras arteras
Y Manuel debe huir de la intriga
Y ocultar su pasión en un pozo de espera.
La misma lengua delatora
Dispara los pasos hacia Los Ardales
De aquellos que quieren su muerte
Y quebrar corazones con balas mortales
La suerte a veces esquiva
Hace que Manuel sepa de la busca
Y saltando alambradas furtivas
Huye hacia el norte, tierra de penumbras.
En Francia lo acogen los suyos
Mismos ideales, historias similares
Pero su destino es oscuro
En tiempos convulsos de sones militares
Huyó del yugo y de las flechas
De la nacional guerra entre hermanos
Pero llegan esvásticas lesas
Que van por Europa cercenando manos.
Y en Gusen, campo de exterminio
Acaban sus huesos a los veintipocos
No tiene tiempo tan siquiera
Para despedirse de este mundo loco.
Y han pasado más de 60 años
Y no queda nadie de su tiempo
Los suyos los que aún le esperamos
No sabemos dónde está su lecho.
Aunque si su espíritu
Que está aquí con nosotros.
ALFONSO BARO -Puerto Real-
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