miércoles, 1 de junio de 2016

ROBLES PETRIFICADOS


Hemos de morir tan frágiles como vinimos al mundo.
Nuestros cuerpos serán hierba, robles petrificados,
piedras mansas en recodos ocres.

El polvo se adueñará de lo que somos y nos vestirá de silencio humano,
para hacer cantar a las cumbres, a los nevados, al charco, a la ceniza.

Volveremos a recibir las noches y sus oscuridades, entonces;
las tormentas y sus relámpagos, entonces.
Y todo será enigma,
inexorable vacío que puebla la existencia,
implacable e iracundo silencio que estrangula.

Nadie lo supo, tan solo lo intuimos.

La muerte es metamorfosis del polvo que se cubre de sustancia y vive,
mientras dura el eco de la palabra.
Es la arrogancia del gesto de eso que llamamos Dios,
en medio de otras alteraciones:
leve movimiento que nos arranca y nos arroja a la muda,
como eterno retorno a ser ceniza de lo que será por el instante.

Accidente, para algunos;
existencia, para otros.

Javier Domingo Aruquipa Paredes
Publicado en Fuegos del Sur

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