Aquí hubo una casa de madera
Un porche con dos sillas de mimbre
Un patio trasero cubierto
Con la magnánima sombra de los fresnos
Aquí hubo un columpio de cuerda
Una llanta para nadar en los canales
Un perro que ladraba todo el tiempo
Aunque te conociera desde niño
Aquí hubo risas y pasteles
Niñas que eran fieras amazonas
Cuando jugaban contigo a los encantados
Aquí hubo miradas de amor
Besos a escondidas
Caricias y arrumacos
Y ahora solo queda el asfalto
En su oscura certidumbre
El cemento en su dura realidad
Un estacionamiento vacío
Donde antes hubo escándalo
Un símbolo de la sombra que somos
Sobre el resplandor de nuestra infancia.
Gabriel Trujillo -Mexicali, Baja California-
Publicado en Periódico de Poesía 88
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