Un pescador, como aquellos que Tú llamaste cuando
vivías entre nosotros. Ahora que nadie me oye porque estoy
solo con mi barca sobre el mar, te lo digo en voz alta: "Si
tuviera que escoger entre un palacio y mi humilde barca…,
optaría sin duda alguna por la barca. El palacio humilla y
apasiona, castiga a la vista a estar mirando siempre las mismas
paredes, los mismos decorados, las mismas cortinas, las
mismas lámparas… todo muy bonitos, pero muerto… La barca
obliga a vivir sobre un suelo tan frágil como el agua, pero
¡libre!, libre como las olas y el viento, siempre regalando vida
a los ojos, nunca igual el cielo y el mar, la montaña… En una
palabra: la naturaleza. El palacio invita a quedarse, la barquilla a remar y remar hasta la
orilla… como la propia vida
Dios:
-Yo también te lo digo en voz alta: ¿Te fijaste qué poco necesité para nacer?: una
cueva. ¿Y para morir?: una Cruz. A veces, hijo, pensamos igual.
Jomaba (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 30
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