La entrega se dio, sin mas tregua, solo bastaron tu sonrisa amplia que va por la vida enamorando dioses, y mis apetecibles ganas, de hombre... la entrega vino, envuelta en suspiros, una falda corta y una habitación que arreglé, muy a propósito... para que al llegar, nunca te fueras, puse gladiolos rojos y tres gardenias... a media luz y me envolviste con tus besos, traviesos, el sentimiento se peleaba con mi orgullo, ya no éramos nada, paro llegado el momento en un reencuentro y dos miradas, estaba entre los dos todo arreglada... empecé desde la punta de tu pelo, de tus cabellos, pasaron las horas y allá por la madrugada y... apenas terminé amando tus diminutos pies, para ese entonces ya se habían amado las almas... el corazón se me encontraba inquieto... pues sabía que después de entrega, total, ya nada seguiría siendo igual... la entrega, me hace pensar que existe un dios, que después de mucho sufrir el sentimiento mío por amores pasados, dios universal me paga contigo, al tenerte a mi lado...
Agustin H. Castaneda
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