El ritmo y la cadencia la delatan.
El verso y la prosa la describen.
El pronombre y la oración la enuncian.
Con el pie izquierdo y el derecho se levanta.
Ella es mis manos y mis pies andando.
Mis ojos y mis oídos callados.
El tic tac del tiempo que no para de continuar hablando.
El sol su cara y las lunas lunares que en el cuerpo lleva.
El norte y el sur en donde la habito.
Ella es el lunes inicio de un día de trabajo y
en días domingos mi descanso.
Su boca es la pecera de hoyuelos a los costados.
Pintada de rojo, en cuyo fondo me espera
el anzuelo de tu lengua y en la que me entrampas; y
en la que quedo enredado dentro y entre ese par de labios.
Y en la que el deseo nada como pez dorado entre tus aguas.
Éstas son cosas simples, que por días se escriben los enamorados,
los que se aman de una sola vez y en todas partes.
Y como te decía eres la sístole y la diástole de mi razón, y
la Nathali de mi corazón; pero que mujer vive de letras,
ya ni de sopas instantáneas; bueno en pocas palabras,
la mujer no vivirá de poesía barata.
GILDARDO CARRIÓN
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