¡Oh, cálidos pechos tan sedosos
rubéola de manjar en hermosura.
Que a la caricia del tacto con ternura
os levantáis bajo el tejido vigorosos!
Sois imán de los ojos con alborozo.
De los dedos satén, en flaqueza,
y al instante del suave roce gozoso,
sois cumbre de amor en belleza.
Del cuerpo, un cielo en descenso.
De vuestra luna, deseo en potencia.
Deja que me vuelva verde inosencio
para bajar al límite de la demencia.
Lactancia del mundo y su natura.
Cúpulas dulces con blanco rocío,
que a la succión de boca supura
toda la fuerza que da vuestro brío.
CLOTILDE ROMÁN
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