En el altozano me tienes,
en la plaza ahogando los suburbios en los segundos del dia,
ignorando la pulcritud de la propia muerte.
¿Te acuerdas cuando discurría el óbito entre dos tercios de tu boca?
Sobre mis muslos latentes de ensueño,
y las espaldas rotas por una letra
que sabe a mil amaneceres en el consuelo.
Y estar triste es un señuelo de la propia soledad
mientra la gota se percata de mi razón abduciendo
la química de los ramilletes.
Hecho poesía en verso muerto o prosa acabada.
Hecho memoria o virtud latente de los mediodías.
Caracolas subyacentes de hormigón armado.
El polvo negro de la pólvora me quema laspalabras en los versos aullando
acertijos sonoros de madreselva o de estalactitas
en lo irremediable.
Se puede ser indecente en los sonidos,
en el vil cubierto del almuerzo diario.
Se puede o no se puede, o se debe, se quiere
verter el sabor unísono de las carencias en las formas.
No discurro entre motetes o letanías.
Las abejas sitiaron mi panal clavándome las pupilas como aguijones
sin el trébol de cuatro hojas,
entre el azul o el intenso paladar de quien no le escribe,
entre el sudor de una roca,
el clamor...clamor que opera y rebaja las defensas,
y termina el párrafo pronunciando la palabra que se repite
en la niebla de las damas
ISABEL REZMO -Úbeda-
No hay comentarios:
Publicar un comentario