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BORRACHO DE TERNURA
Vuelvo por las calles,
donde echaba al aire
su lírica desesperada
y algunas parrafadas
por unas monedas,
no pude encontrarlo,
alguien me comentó
que ya desencantado
en un rapto de tedio,
que cierta noche tiró
borracho de ternura
su violín a la basura.
Su vida un baluarte
que fue devastando
el tiempo día a día
llenándole de agonía.
Harto de mendigar
hastiado de buscar
en cubos de basura,
de dormir albergado
entre locos iracundos.
Una noche de brumas
se desvió a lo que era
el confín de la tierra
allí donde fue parido,
allá por Cabo Fisterra
para cobijarse al fin
bajo la noche bruna.
Fantaseando volar
a lo largo de la costa
libre como gaviotas.
Cavilando sin dudar
su veredicto suicida
e intrépido finalizar
dando un salto mortal,
despreció la vida con
altivo corte de mangas
para la Diosa Fortuna,
como Ícaro enojado
alejado por la resaca
de embravecidas aguas,
una pleamar indómita
de furiosa marejada,
un temporal montaraz
iba ataviado de espuma
para un viaje final.
PACO LÁINEZ GARCÍA
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