Llegas tarde y oliendo
a aromas de otra mujer,
que pensabas cuando ella
sus senos te daba a lamer,
cuando galopabas dentro
internamente en su ser,
agarrado a sus caderas
enlazado entre sus piernas
y su boca te daba a beber,
cuando golosos bebíais
de las fuentes del placer.
Éramos según afirmabas
dos mariposas gemelas,
nos identificábamos ufanos
con los más refinados gustos,
compartíamos satisfechos
los deseos más profanos,
la más excelsa sensualidad.
Ya no sentirás mi piel
frotándose contra tu piel,
no libarás de mi hontanar
la delicada ambrosía
de mis pezones henchidos.
Complaciente he vivido
inmersa en la noche dulce
que te ofrendan los sueños.
Hoy los sueños se han roto
vivo en lo desconocido.
Entre los dos solo cabe
el más profundo silencio
el silencio y el olvido.
No recordaste tus promesas:
entre tú y yo nunca habría
mentiras ni traiciones,
si lo nuestro no funciona
cada uno tomaría libre
su camino, sus decisiones.
No resisto más engaños
ni madrugadas despierta,
ni que vengas a mí oliendo
a fragancias de otro cuerpo.
Yo ya decidí el camino
que tenía para elegir
si entre nosotros no quedan
rescoldos que compartir,
quiero que marches ahora
y no me vuelvas a mentir.
Es el aullido doliente
de un corazón agraviado,
es el alarido lacerado
de una paloma herida,
de mi alma desgarrada.
No te acerques más a mí
que me asquean tus olores,
déjame con mis sinsabores,
pero ahora sin rencores
quiero que marches de aquí.
No quiero ver tus reflejo
cuando me mire al espejo.
PACO LÁINEZ GARCÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario