Me asomé a la balaustrada
de tus ojos inquisidores…
y me encandilé con tu figura
tersa y sedienta.
Prendí mis pupilas de mi asombro
y enorgullecí de rojo carmín
tus honduras
sobre la plata de tu horizonte
ardiente.
Y con la voz del eco espumoso,
que me devolvía el frescor de tu mirada,
planté mis manos
sobre tu espesura cubierta de mar,
sacudí mi rostro para besarte
y me estremecí de fulgor,
cuando me sorprendiste
con la suave caricia de tu mejilla
onduladamente vetusta y bella.
PACO VELÁZQUEZ
Publicado en el blog ojosdeluna-pacovelazquez
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