para disipar ausencias.
Una soledad polar
me arropa indeseada,
y seductora, al cabo,
siendo la noche
un silente vahído
que me reclina víctima
de mi propio crimen.
Pensar y pensar
siempre en el borde,
en el desmayo urdido
en la apatía del sueño,
el telón sobre la ventana,
el globo de la farola
como cutis de la Luna.
Me desvelo y fumo
vernáculo de ceniza charol
que comienza a teñirme
la planta de mis pies.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-
No hay comentarios:
Publicar un comentario