abre el arado el surco en el terreno;
no protesta la gleba, en cuyo seno
recaerá la semilla del cultivo.
Vendrá la lluvia, y bajo el sol festivo,
germinará la vida; el campo en pleno
en verde y oro lucirá el estreno
de su atuendo estival, tan elusivo.
Tierra de laboreo, mi labranza,
mujer y amante, sobre quien avanza
mi tacto por el surco humedecido.
No es la mies, hipotética, mi meta;
es la siembra febril lo que me reta,
campo privado, por la ley prohibido.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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