Maestra de la Noche,
y no tuviste tiempo de saberme poeta.
Atravesé el aire libre de hebras
y al cabo de un par de horas con tu red
sujetaste en él las mejores estrellas.
Supiste arrancarle a un cielo hecho de tinta
vertida por el Gran
Calamar de la Creación
de sus ostras la perla mejor.
Más invisible que el viento
de marzo la trama de tu tela…
Sólo visible contra la gran moneda
la sutileza ingrávida de tu bordado
que emula cada logro humano
lindante con lo sagrado.
Yo te maté,
Señora del Silencio,
apenas por cerrarme el paso.
Ahora sabé que en mis adentros
todavía no encuentro abogado
que me devuelva a la cúspide de lo creado,
que me libre de atentar contra tu obra,
que me exima de este asesinato.
Yo te maté
Arquitecta del Plateado,
caíste
asida a un cabello de la madrugada,
como un Quasimodo que renuncia a su Esmeralda.
Será la última brisa del verano
quien borre el rastro de tu trama excelsa,
ella será quien libere
al insecto empavurado,
ella también
quien declare en mi descargo.
Del libro Alpargatas de JORGE FALCONE
Publicado en la editorial Alebrijes
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