de mi cuerpo
me quita el cuerpo
y deja
en su lugar
un espacio
con el nombre
de una mujer
que no me atrevo
a mencionar.
La sangre
de mi sangre
se agita
en mi sangre
y se convierte
en la mujer
que temo nombrar.
La voz
de mi voz
se queda
sin voz
porque el nombre
de esa mujer
no la deja hablar.
Y la piel
de mi piel
se quedó
sin piel
porque el nombre
de esa mujer
no lo pudo
pronunciar.
Víctor Díaz Goris -República Dominicana-
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