Atardeceres que pasan por el ocaso de una locura...
Que al conquistar la soberanía se defiende en su galaxia...
El gélido lugar está grabado en la piel de quien le ama...
La luna en su resplandor que en su piel acanelada le escucha al caerle bajo su ensenada...
Y cada palmera es la detención a la espera por el abrazo septeño.
Allis Albary Monsalve Monsalve
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