martes, 28 de abril de 2020

DULCE MUJER DE MIS SUEÑOS DE VERANO


Ayer te vi, en la lánguida mañana del verano, iluminada por ti.
Allí entonces mi boca se llena de ecos y silencios de palabras sin sonido
y sé que algo de ti cual flecha enamorada ha de clavarse en mis sentidos.

Sales del mar entre brumas y olas, enamoradas de tus curvas.
El sol bebe el agua que esculpe tu cuerpo, iluminando rizos en tu cuello
celoso de la brisa que te acaricia sin pudor todas las curvas de tu cuerpo.

Caminas por la tibia playa desnuda, cuál sirena encantada.
Allí comienza mi camino de soledad y lujuria, de bohemio impertinente
y sueño con la quimera de hacerte mía con devoción de monje penitente.

El sol bebe sin consuelo, el rocío de los pétalos de tu espalda.
¿Quién eres mujer? Enamoras al verano y al sol, que goza de tus curvas
cuando paseas tu belleza entre su luz, eclipsas horizontes con tu sombra.

Fue conocerte y querer ser tu sol y tu fuego, esta mañana.
Soy un peregrino de sendas del amor entre susurros sin fin y sin destino
y ya no quiero partir, para vivir en tu piel entre amores y locos desatinos.

Y, sí, eres como el suave aleteo de una gaviota peregrina.
Te posas en mi vida y mis sueños se entregan al amor de tus primaveras
porque vives ahora en mi alma y mis sueños, de mis otoños y quimeras.

Y como el lucero de los cielos, te grabaste en la pupila de mis ojos.
En el sensual aleteo de fuego y calor de los tuyos, de mujer enamorada
cuando pierdo los sentidos, toda mi cordura al sentir el sol de tu mirada.

¡Que no haría, o te daría!, por un beso de tu boca de fuego y rosas.
Entre la vertiente alocada de mi sangre que provoca el rosal de tu boca
cuando fluye el amor y la poesía en la miel de tus labios de frutas rojas.

¡Qué no haría, o te daría! y fundir mi cuerpo entre tus sombras.
Y beber de la dulce fruta de tu boca hasta el límite preciso de tus besos
con el verano quemando mi pecho y tu boca anhelada de ¡tanto tiempo!

Tus pies descalzos, murmuran en la tibia arena humedecida.
Voy a habitar el fresco oasis de tu cuerpo, saciarme de ti, mi tormento
porque quiero vivir en tu vida y olvidando mi soledad y mis recuerdos.

¡Ámame!, amor, con tu cuerpo y alma, como yo te amo.
Quiero descubrir contigo la dulce sensación y aprender a estremecerme
y olvidar otoños lentos para sentir los veranos perfumados en tu vientre.

Vivamos en nuestro verano el tiempo del amor, y sin retornos.
Sólo tú y yo en el tiempo de amar y hacerte mía en cada tibio encuentro
y dejar extasiado de amarte, tus murmullos en los ecos de mis silencios.

Contigo mujer, mi locura y placer es que, desnuda,
juegues conmigo hasta que subyugues todos mis sentidos.

Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-

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