Soñé que iba a conocerte,
pero lo extraño es que
¡ya te conozco!
Fue un sentimiento sublime,
ya que en el sueño nos poníamos
de acuerdo en cómo sería
nuestro encuentro.
Porqué tenias la certeza
que yo era la persona
que tú esperabas.
Era una sensación excitante,
escogíamos el lugar
de nuestro reencuentro.
Tendría que viajar lejos
a mi me tocaría ir a tu búsqueda.
Seleccionábamos el lugar
que estaba predestinado,
para este nuestro encuentro;
ya que sería en un restaurante con terraza,
música romántica,
comida vegetariana.
Tú te presentarías al lugar indicado,
yo estaría de espaldas.
Llegó la fecha esperada en otoño;
llegaste con un ramo
de rosas rojas y lo dejaste en la mesa.
Me tomaste de la cintura
y me abrazaste fuertemente,
cubriendo mis ojos con una mano
y con la otra me guiaste lentamente
hacia tu pecho, descubriste
mis ojos y me comiste a besos.
Nos olvidamos
del alimento físico,
salimos del restaurante.
Y me guiaste a nuestro
nido de amor
prometiéndome,
no me dejarías jamás;
ya que tenías la certeza
que yo era tu complemento
“tu alma gemela”
y viviríamos una eternidad.
Sellábamos nuestro amor
con besos llenos de pasión.
F. Janeth Elizarraraz Ortiz.
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