Déjame adorarte como reina
de mis pensamientos de lujuria,
permite que se libere esta furia
provocada sin querer al adorarte
pues siento haber nacido para amarte
pues eres de mi amor su proteína.
Déjame decirte muy quedito
en tu oído, sintiendo tu perfume,
esa palabra que espero no te abrume
pero que sea capaz de estremecerte,
que me muero de ansias de tenerte
y que eres en mi vida, algo bendito.
Déjame embriagarme con tus besos
y luego, tú me quites la embriaguez,
con el fuego tan sublime y otra vez
se fundan nuestros dos cuerpos desnudos
quedando sin palabras, como mudos,
pues del deseo de amarnos somos presos.
Déjame sentirte rendida y extenuada
después de amarnos con delirio y frenesí,
pues sin quererlo, tú has hecho de mi
el amante más dichoso en este mundo
al dejarme disfrutar de ti, cada segundo,
que existe entre el atardecer y la alborada.
Déjame seguir en el disfrute de ti
porque de ansias yo me muero,
y con la venia del señor quiero
amándote, seguirte a la eternidad,
pues nunca, acabará mi ansiedad
de amarte con locura y frenesí.
Roberto Batista Pargas -CUBA-
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