Niño que naces de pronto a la vida,
como una semilla alejada y perdida,
como un capullo, bañado de rocío,
vienes a un mundo, sofocante y vacío.
Niño que naces sin amor, sin esperanza,
como un duende vagando por la vida,
nace en ti el dolor y la rara desconfianza,
al saberte solo, en una tierra desabrida.
Niño que sin mimos ni caricias,
pasas los días, sin amor, sin alimento,
engullendo tu dolor y deseando las caricias,
que las madres prodigan a sus hijos, con aliento.
Niño que durmiendo al amparo de las noches,
cobijado con papel tu cuerpo frío,
llora tu alma por tan cruento desafío,
y tu rostro torna duro, ese gesto de reproches.
Niño que sin solo culpa alguna,
cargas en tus hombros con el mote,
"Niño de la calle", porque no tuviste cuna,
"Vago callejero", pues no hay nadie a quién le importes.
Niño que al pasar los duros años,
no conoces el cariño de una infancia,
y cargando tu penosa adolescencia,
arrastras tu vida... tan llena de daños.
El tiempo ha pasado, ya no eres niño,
aunque Dios lo sabe,... nunca fuiste niño,
Jamás en tus noches tuviste un abrazo,
de una madre dulce,... nunca en su regazo.
Hoy que has crecido lleno de amargura,
desoladas calles han sido tu escuela,
el mundo te exige, obrar con cordura,
y tu ser se niega, tu alma se rebela.
Nadie se preocupa por saber si comes,
si vistes, sí calzas, si enfermas,
se pasan la vida criticando errores,
dando a tu existencia solamente penas.
¿Quién se preocupa por darte valores?
¿Quién por respetarte en tu dignidad?
quienes te señalan son los perdedores,
hombres falsos, ruines, faltos de bondad.
Robar en tu mundo no implica pecado,
es la forma simple de calmar el hambre,
y hundido en las drogas olvidas hastiado,
que la vida misma te impide ser hombre.
Muchacho frustrado, "niño de la calle"
aflora tu instinto de supervivencia,
sal del pantanal, haz que el mundo calle,
respeta tu vida, reclama tu herencia.
Como ser humano, hijo del Señor,
tienes tus derechos y tu dignidad,
exígele al mundo derecho al amor,
clama de la vida, justicia y bondad.
El mundo es culpable y la sociedad,
por todos los niños que vagando van,
sin amor, sin techo..., y sin dignidad,
sin quién los consuele... en su soledad.
Del libro "Sendero de prosa, rima y canto" de
Hortencia Aguilar Herrera.