Con la brisa como cómplice
la Araucaria menciono tu nombre
enamorando a las hojas,
las aves que allí habitaban
entonaron mágicos trinos
que permeó en el entorno
transformando lo circundante
y el pulsar del tiempo.
Sorprendido ante el acontecer,
una danza interna se apodero de mí,
convirtiendo mi organismo
en inusual instrumento musical.
El Toltén se unió al concierto
antes de partir al océano pacifico;
la piedra, la espuma,
los rayos solares, el color turquesa,
las plantas, las raíces, los helechos, las algas
el quetru volador y el guairao nos acompañaron;
a través de sonidos desconocidos
fui comprendiendo el pulsar del pueblo,
sus vivencias, alegrías, cotidianidad,
penas, dolor, confusión, tristezas…
Porque imposible es separar de la existencia
la miel y la hiel… sin embargo, ambas, en una tregua,
hacen parir a la armonía.
Lautaro, (Ave veloz y homónimo del gran líder militar mapuche que combatió a los españoles)
dijo: “siéntate hermano, escucha a nuestra madre naturaleza”;
Todos los libros, incluido el padre de ellos
son neófitos ante la sabiduría del agua
que se expresa en mapudungun
generando empatía con mi maternal zapoteco.
Pude percatarme de la pequeñez del ser humano,
la magnificencia me emocionó
nutriendo con lágrimas al torrente…
El sol se zambulló en el Toltén
mientras un balsero con rumbo al mar
con una sonrisa, la mano en alto
nos abrazó y en él las víctimas de la represión en el “Paseo memoria herida”
(Villa Rica, Pucón, Curarrehue, Coñaripe y Liquiñe)
que en días aciagos hicieron desaparecer en su pureza
más lo único conseguido fue nutrirlo más,
¡al volverlo inmortal, mágico, místico, dialogando a diario
con los volcanes y la cordillera!;
el espacio nos engulló
fui Mapuche dialogando con ancestrales
y australes dioses,
fui un volcán esparciendo fuego en la noche obscura
apaciguándome al volverme nieve,
fui un lago rodeando a Villa Rica,
regulando su termicidad y veneraciones al universo con el sonido del Kultrúng,
fui la corriente del Toltén emitiendo interminables versos;
Fui esa tarde…
¡soy cada tarde!
mediante la representación icónica
¡haciendo de cada suspiro un canto, una fiesta!.
GUILLERMO JIMENEZ GUZMAN MEXICO-
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