(MINIRELATO)
“Mis labios laten por tus besos”, dijo la náyade mirando con crespo deseo al poeta que la penaba. “Tu belleza es la frontera de mi muerte”, respondió el hombre de mirada marchita. “Hagamos un bolero y bailemos el amor” dijo la hembra. Y dentro de la tarde-orquídea, amaron el bolero urdiendo el amor…
Victor Diaz Goris
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