sábado, 17 de noviembre de 2018

TU CUERPO


Una atalaya para otear y calmarme.
Un refugio donde desnudar mi lujuria.
Un campo de cultivo donde crecen los orgasmos.
Una pista de baile ; un tango, donde llenar oquedades.
Tu cuerpo que se abre entre las sábanas, a la hora de la nada.
El vaho lúbrico de mis pétalos que se abren en flor en tu piel
que se eleva suicida de contacto.
La hora del silencio en el árbol de las palabras;
sólo gemidos rotos por el viento.
Tu respiración se enreda en mi arrecife ; me socava, y me carcome ese silencio de tu piedra que se subleva.
Aborto tu alarido y contengo tus palabras, para que hable tu cuerpo con sus signos.
Sudor de loba, manos de sombra y dientes que muerden, te arropan.
La extraña armonía de dos cuerpos que giran sobre sí mismos errantes de deseo,
y pieles que al unísono se estremecen en insondable placer y delirio.
El orgasmo caído en gotas y lentamente expandido en el
"no tiempo" del frenético suspiro.
Mi cuerpo al tuyo zurcido, alcanzando las arenas del sueño...
Y otra vez, por las veredas de ese sueño, oigo que tus cantos se aceleran.
El cuenco de mis manos rebosante de tus secretos, y tus manos en mis senos colmándolos.
Quiero beber ese vino caliente en el éxtasis de la media noche.
Ir y venir en un huracán de incienso.
Qué se levante tu tersa dulzura en mi valle fecundo y perfumado, y
Que el grito de tu entrega me estalle en la cara, y se abra el universo.
Pariendo sueños que nos limpien de culpas.
Que nos corroan las entrañas y desnuden nuestra piel de noches sombrías y mentiras calladas.

Carmela Linares

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