Te me quedaste allí donde no pude
decirte sin temores que te amaba.
Contra mis circunstancias conspiraba
y me alejé como quien se sacude
el corazón involuntariamente.
¡Qué lástima me doy tras tantos años!
Apenas me faltaron dos peldaños
para morir en tu capilla ardiente.
Tu imagen me persigue -aclaro el punto-
erótica, pasmada de deseo.
¿Quién sabe si esa noche me atreviese
sin miedo a destapar aquel asunto
y tú me hubieras rechazado? Creo
que en añoranza ambigua no te viese.
Jorge García de la Fe
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