La parcela de la esquina está despoblada
a pesar de sus cuatro paredes y su esmerado jardín,
sus noches son fantasmales, sus días un largo huir.
La opulencia la acapara, el lujo la hace relucir
pero siempre desalojada de incitación y porvenir.
Un contrato social la apuntala, impele su demolicion
y promueve risas ensayadas, sobre marfil,
que decoran las fachadas de efemérides y de sufrir.
Sin embargo, hay quienes la envidian,
desde afuera, desde el jardín,
diciéndose, a si mismos,
se nota que es muy feliz.
Guillermo Sánchez
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