sábado, 23 de junio de 2018

SIEMPRE SUPE


Siempre supe que tu fuego quemaría en mis entrañas;
desde la más tierna edad, brotaba instintivamente,
como el caudal más fluyente, el agua de inspiración.
No fuiste, viejo arrabal, el mentor de mis poemas,
que fueron voces ajenas allá en tierras de misterio.
Apenas era una niña cuando partiste al dí la,
casi tu fiel despedida no podría recordar;
pero grabado en mi esencia quedó tu sello, poeta,
tu sangre me acompañaba donde quisiera mirar.
Después, la vida nos manda: esposo, hijos, hogar,
vicisitudes diversas que no quiero mencionar.
Pero tu sangre, tu sangre, en la sangre de mi padre,
vibraba en mi mente y pecho, en mis arterias vitales.
Recogí lo que quedaba en los fragmentos de tu alma;
después, olvidé llamarte; casi no era necesario,
pues estabas en mis venas versando todas mis penas,
allanándome el camino del arte que en mí recreas.

Ignoro si fue intuición aquel torrente de letras
que desbocadas llegaban sin orden y en desconcierto.
En pentagrama de luces, cual luceros de colores,
se enredaban tan tenaces tirando de mi inconsciente,
que me sacaron la piel, vislumbrándome incorpórea.
Y desde entonces, abuelo, han pasado varios años...
Hoy mi locura, que es tuya, me empuja a mirar al sol,
las estrellas me hacen guiños y la luna vagabunda me oculta
bajo su manto del feo mundo exterior.
Generación de poetas apenas imperceptibles,
oigo en mí sonar la aurora de digna continuación.
Se me perfuma el aliento cuando percibo tus manos
que conducen y dirigen la cadena de mis sueños.
Y aunque libres son las almas, desprendidas de los velos;
cuando vuelan por los suelos de mi corazón terrestre
se abre la puerta celeste prestándome nuevas alas.
En transparencia absoluta no percibo impedimentos
para colarme furtiva en la esencia de los otros.
Y en el azul carmesí que ya dibuja en los cielos
como auroras boreales de ventosas tempestades,
presiento la cercanía fluyente de tu asistencia.
¡No en vano piden clemencia los poetas más bohemios!...
Pero atiende, mi querido... nunca, jamás lo menciones.

Carmen Azparren Caballero

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