Entre olas de sábanas blancas
una tormenta de besos desatada
deja al pairo mi barca,
te miro..., y los celos naufragan...,
suelto los cabos que te atan
y arrío las velas que tu rumbo arrastran.
Tiemblan tus miembros cuando amas
y se doblegan cuando eres amada,
me he sometido a tu canto de sirena,
me he rendido a mis propias tretas,
me ahogo en tus aguas saladas
y surjo de tus espumas turquesas.
Todos los puertos están cerrados,
las comandancias nos han negado
nuestro derecho a seguir amando,
nuestro derecho a seguir amarrados,
a falta de otro embarcadero
atraco mis besos en tus besos
y dejo otras miradas rondando,
dejo que se ahoguen en sus desprecios.
Somos la envidia del miedo,
somos pasión..., y todo aquello
que asoma en el filo del riesgo
con el que nunca se han atrevido
aquellos que sueñan suspiros
pero se mueren en silencio
porque, amar, no es sólo un capricho
porque, amar..., también es un derecho.
Luis Maria Saiz Laso
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