Al salir por el campo,
ya rayaban los primeros rayos
del sol, me abrí paso, entre la hierba
húmeda por el sendero, que va
cerca del río y más allá, descendía
la caída del agua, que parecía
un velo blanco y una vaga niebla
se alzaba desde la parte más alta
por todo el bosque y envolvía
las plantaciones, me sentí cerca
del cielo, y descendí por el camino
Contemplé ese paraje hermoso
y aspiré profundo, aquel aroma
a hierba húmeda... a malva...
y todas esas flores del campo
que al amanecer, parecían perlas
de rocío que cargadas de tanta
humedad dejaban caer, sus gotas
de agua hasta el suelo, suspiré
y entonces tuve motivos, para
agradecer a la vida, el contemplar
aquel hermoso y divino paisaje…
Mirna del Carmen Orellana Romero -Honduras-
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