Me dijisteis que te ibas, que hoy te marcharías.
Que ya no te volvería a ver, que no regresarías.
Que lo nuestro había llegado a su final.
Pero sin embargo aquí estás todavía.
Me dijisteis que te ibas, que ya no me amabas.
Que nuestro amor había terminado,
que tu sentimiento ya no eran los mismo.
Que ya no querías estar a mi lado.
Sin embargo llorabas mientras me hablabas.
Tus lágrimas, tus ojos, me indicaban lo contrario.
Me tomabas de las manos, apretándolas con fuerza,
para que yo impidiera que tú te fueras a ir.
Me dijisteis que te ibas, que ya no querías mis besos.
Que ya mis labios no te hacían estremecer tu cuerpo.
Pero aun así, me besabas, no apartabas tu boca de mi boca.
Y mis besos volvieron a recorrer tu cuerpo y estremecerlo.
Mis besos, caricias, nuevamente bajaron por tu cuello,
mis manos acariciaron de nuevo tu pecho.
Eran tus manos la que sostenían a las mía en tus senos.
Era mis labios y mis manos, la que recorrieron tu cuerpo de nuevo.
Me dijisteis que te ibas, que ya no querías estar conmigo.
Que ya no sentías nada por mí, que no me amabas.
Pero aun así estás aquí, no te has ido, te quedaste esta noche.
Y yo volví hacerte mía, yo te volví hacer el Amor.
Edwin Ayala Sánchez
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