Duerme bajo una cornisa,
se cobija con harapos
y sueña con su infancia.
Todos los días tiene hambre
su suerte, no ha cambiado.
Le pide a Dios,
que su tiempo termine
no sucede nada.
Busca entre basura
la sobra de otros.
Camina cual peregrino
por las calles llenas
de gente hastiada,
lo ignoran, él es,
como una nada,
llega la noche, el frío,
y su hambre, no termina...
ALADINO LAVIAS OLVERA -México-
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