¿Es una enfermedad o, un vicio?
dejar un otoño sin frutos y sin hojas;
dejar las tierras estériles, raídas y sin esperanzas,
donde la sombra de un cervatillo
que perdió su mamá en la candela.
Por un camino en la árida llanura,
entre el roble ya marchito,
a la sombra y con su locura va el pirómano,
riendo a gritos, de frente se ven
sombríos estepares calcinados, colinas
peladas y ruinas de milenaria encinas calcinada,
coronando los agrios serrijones...
El pirómano vocifera y se ríe
a solas con su sombra y su quimera;
es grotesca su figura de matador de la naturaleza,
feo, sucio, maltrecho y mal pagado...
ojos de fiebre calenturienta iluminan
su rostro asesino...
Huye de su propia sombra, sus maldades,
misérrimas virtudes de un loco dañino;
por los bosques quemados el pirómano avanza,
tras las tierras esqueléticas y esquilmadas...
donde la loba llora porque perdió su camada...
Hay un sueño de orquídeas en lontananza,
huye del bosque quemado ¡El tedio urbano!
de su espíritus villano y hasta de su propia sombra...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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