Dejo a un lado tus lados
y adelanto un primer paso
que sigue progresando despacio
con mi tacto en tu costado,
un beso que aún no he besado
me está llamando y avanzo.
Rozo con labios rotos
el fondo seco del pozo
y lleno con lágrimas de mis ojos
la gruta que guarda el tesoro
de un amor que camina cojo
porque siente la ausencia del otro.
Que quiera deambular por su espalda
recomponiendo las agarrotadas alas,
que la quiera amar... y liberarla
que quiera todo, sin pedir nada
y la besé para inhumarla
con una boca que sea su mortaja.
Y unos dedos, que huidizos
conozcan de memoria el camino
y su ansia por ser recorrido
combinando gritos y gemidos
con la fuerza de un amor vivo
en la fe de los peregrinos
que alcanzan tarde su destino
pero... no se han arrepentido
del pecado que les tiene oprimidos.
Luis Maria Saiz Laso
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