Un ángel de remoto lugar
me anunció que madrugabas…
Y que muy de mañana
pensabas ya en mí;
mientras desnuda bañabas
una belleza lozana
que tan de cerca sentí,
…y mis ojos pudieron juzgar:
¡No te extrañe
que este diablo,
lo que de hombre tiene,
te lo confíe a ti!
Ven, amor, que te acompañe;
mientras deseando, hablo
de cuánto retiene
la lujuria que hay en mí:
¡Es mi pasión tu alma!;
…mi destino pecar tan solo,
con el placer que calma
al amante malévolo.
Pero no;…
no sonrías, ni esto leas:
¡Son deseos sin bendecir!
y mis ansias de escoger
cuánta dicha tú les das
y su placer los empuja:
¡Muéstrame, amor, tu sonrisa!
Por cuanto,
sin tener nada que decir,
como mujer,
me respondas
como bruja:
¡Mis deseos infernales
propios del diablo son!;
…más gozos son, tales,
que disfruta el corazón.
Deseos llenos de fervor
del más bello retablo:
¿Será de amor
de lo que a ti te hablo?
¡Si de diablo sigo, azufro!
Y de nuevo solo, sin edad,
mi infierno no ha de morir.
Oh, amor:…
¡Qué difícil se me hace
la soledad!;
…huérfano de ti
la sufro
sin saber de tal sufrir.
Diablo que viene a comprobar,
tras conocerte,
que fuiste, amor, cuanto viví:
¡Y ya no vivo sin verte!,
…ni olvido cuánto recibí
al quererlo renovar:
¡Ya no quiero el disfraz
de más causas impuras!
Que tal afán de aventuras,
libertino y sagaz,
supieron ya de mil diabluras.
Paco Aguilar i Espada
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