Salta la lágrima en la mejilla,
roza el cadalso sobre la huella,
abre el paso magro la buhardilla,
y el grito ora en silenciosa querella.
La letra arde en el poeta,
y el llanto aflora en la palabra,
el verso orate abre la puerta,
y la rima salta loca, como cabra.
El pensamiento alza el dolor,
y el sentimiento hurga las entrañas,
en el poeta danza el desamor,
su alma se enreda entre telarañas.
Sufre el poeta, lágrimas locas,
el llanto aflora en cada verso,
se mofa la hoja, se desboca
y desde el árbol el silencio ileso.
Lazo perdido entre amarguras,
llora la letra sobre el ruin regazo,
portal de miedos de viejas aventuras,
buscan las riendas sobre el gris cedazo.
Sufre el poeta y la letra llora,
el verso emerge húmedo y amargo,
la palabra loca sacude e implora,
y el poema abre el gran letargo.
Llora la letra, sufre el poeta,
desgaja melancolías sin embelesos,
se abre la fuente de la díscola siesta,
sobre la mortaja de los negros besos.
José Vicente Castro Romero -Colombia-
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