Abriste la puerta de los deseos,
detrás de la distancia yacen tus
labios esperándome, enrojecidos
están por el sol de la espera,
inquietos humean pasión
reverdecida, destilan miel
con dulzura de romance,
capaces de revivir los besos
congelados en el ático de la
impaciencia, bronceados
danzan sensuales bajo la luna
de la añoranza.
Abriste el portal del tiempo,
el ayer reclamó su deuda, pidió
su primavera debida, el verano
extraviado y el invierno que secó,
desempolvó besos con piel verde
y aroma de promesas, despertó
la sensibilidad de un instante,
el fuego escondido en la ceniza
de la lejanía y el mañana que se
escondió en la bruma del día incierto.
Abriste la ventana de los misterios,
resurgió el amor vestido de verso
afilado por el tiempo, ternura
punzante en mirada penetrante,
boca con filo de besos añejados
en la bodega de los deseos, vino
perfecto que nació en otoño
engendrado en invierno, implacable
tu mente con piel de ángel, irresistible
belleza aun con ojos cerrados.
Abrimos el portón del tiempo
y llegamos desnudos a la cita
marcada por el destino, almas
niñas con besos viejos en labios
tiernos, caricias conocidas
reencontrándose en manos
distantes, deseos ardiendo
el mismo amor de antaño,
un fuego que no se apagó
en verano y resurgió en invierno.
Luis Emilio Tigüilá Robles -Guatemala-
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