Hoy resguardo en mi corazón su ausencia
y trazo con mi pluma su memoria
soy el ánima que grita con euforia,
que consuela con versos su dolencia.
Contemplo que es tan frágil la existencia.
Cada ser es un alma migratoria
el final es la línea mortuoria.
¡Qué duro es aceptar, somos vigencia!.
Es el dardo que apunta tan directo,
sin arrugas, desvíos a su paso,
llega el día exacto, la hora indicada.
Es preciso el destino, no hay defecto,
la agonía en las lumbres del ocaso
con la luz del alba es inesperada.
Linda Patricia Candanoza -Colombia-
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