ANTORCHERA SONORA
La ciudad se ilumina
con sus ardientes antorchas.
Dos décadas
de una criatura,
que madura sin detenerse
entre mil luces
y ninguna sombra.
Parece que fue ayer,
cuando se inicio
historia universal nacida,
dentro de un hueco
que merecía
su solemnidad
y memoria sonora.
Con mujeres, niños,
ancianos y un pueblo
que todavía
tiene cuerda
para eternas horas.
Las antorcheras
simbolizan
la quinta esencia
de un Irún,
que su legado
revive y honra.
Ante un paseo
de armoniosa serenata
silenciosa,
que consigue
la plenitud
en corazones
que rebosan.
Veinte años
y otros muchos
que latidos
lloran,
aguardando
a cada paso
el rico tesoro
que solamente
aquí se atesora.
Irún se ilumina,
su gente despierta
con la vitalidad
que en esta
tierra brota.
Cada vez
que escucha su himno
y le alumbra
una antorcha,
desde la cima de su espíritu,
desde la cumbre vital
donde sus restos jamás
reposan.
Estos es Irún
son los San Marciales,
San Pedro
y luces que dejan
su estela,
en una pasión
que se recobra,
en cada pisada,
en cada silencio
y en cada gesto henchido,
del universo
magnífico
de nuestra obra.
Antorchera
que de solemnidad
nos llenas,
sigue portando
la luz de nuestra farola,
hasta más allá
de la costa.
SEA LO QUE SEA
Te imaginamos en nuestros adentros,
soportamos la soledad de tu ausencia.
Despertamos buscándote entre sueños,
lloramos al no ver tu ser ni cabeza.
Lamentamos caminar por desiertos,
olvidados de lo que fue, tu certeza.
Dentro de la nada de tu recuerdo,
dentro de lo que a la humanidad apresa.
Desapareciste sin dejar un momento,
algo diminuto de que hubo tierra.
Un epicentro al que aferrar los dedos,
y con ellos, evitar lo que nos quema.
¿Fuiste imaginación de un entierro?
¿Fuiste una realidad que falsa alimenta?
O simplemente aquél vago deseo,
de una especie que niña, no despierta.
Sea lo que sea, que nos inunda cerebros,
y nos evita encontrarte sin reservas.
Se extinga antes de ver el cementerio,
en plenas facultades de conciencia.
Te imaginamos en nuestros adentros,
conviviendo de nuestra existencia.
Engordando por las venas del tiempo,
colapsando en la vida de este planeta.
Así que sea, lo que sea lo incierto,
de descubrir algún día, tus huellas.
Nos sirva para enmendar este paseo,
del que tan sólo dejamos, mil torpezas
aventureras.
Ricardo Campos Urbaneja -Hendaia-
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