Sobre la mesa el codo y acostada
en la siniestra mano la cabeza
la pluma en ristre y a tenderse empieza
sobre plana no escrita y ya borrada.
Así estaba el ingenio en la estacada
cuando asaltó de presto a mi rudeza,
de Calderón la gracia y la agudeza
y de Solís la musa celebrada.
Cogióme su memoria tan de susto,
que ni con prosa ni con verso salgo;
consulto el miedo a sus ideas justo.
Y viendo que con estos nada valgo,
dejé la pluma, desmayóse el gusto,
y eché las musas a espulgar un galgo.
Del libro Papeles del Martes de
Diego de Torres Villarroel -España-
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