Esta mañana me sucedió algo, y por instinto
me detuve debajo de este milenarios árbol;
que al pronto no supe si era un gran olivo
o un milenario castaño.
Y yo muy a pesar mío,
en aquellos momentos quería un sillón
de raíces para mi descanso;
pero miré el suelo y me causó espanto...
Cuando observé aquella parvada de erizos
abiertos, eran los de las castañas;
de aquel majestuoso castaño...
que con la brisa de la noche se había vaciado.
Y pensé y me dije para mis adentros:
-yo quiero sentirme árbol-
no para dormir, ni para morir menos;
-para eso me bastaría con botar a la basura
mi endeble filosofía de la vida, y ya-.
A mi sencillamente a veces me duele la cabeza,
por cosas irrealizables, pero cuando pienso
en la infinita paciencia de este castaño..
¿A los árboles no sabemos si le duele la cabeza?.
Más vale no correr el riesgo de intentar
averiguarlo, y quizás deje de dolerme la cabeza;
y tal vez vuelva a sentir calor o frío..
Terminará esta envidia de raíces donde el árbol
espera para dar castañas y yo para degustarlas...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
No hay comentarios:
Publicar un comentario