En un pueblo de empedradas calles.
de altas casas con grandes balcones,
los maceteros con flores de mil colores,
la vieja catedral con sus bellos vitrales.
La plaza con sus faroles,
los fuertes y nobles robles,
las parejitas en las banca sentados,
intercambiando caricias y cariños.
Niños riendo y brincando,
jugando felices la rayuela
y con una cometa que alto vuela,
todos felices compartiendo.
Las dulces golosinas,
por los niños disfrutadas,
por las parejas compartidas,
seguros volviendo a sus casas.
Mientras se prenden los faroles,
en la mesa de los hogares,
sentados todos la familia se reunía,
amor y esperanza se compartía.
En el cielo las estrellas y luna brillaban,
las madres de caperucita y el lobo contaban,
a sus hijos, hasta que estos profundamente dormían,
ellas felices porque ellos cada día fuertes crecían.
En esas calles empedradas,
testigo de duras y largas caminatas,
soportando las fuertes lluvias,
con un viento que se llevó más de un paraguas.
Aun en mi memoria ese lugar recuerdo,
que visito desde niña en mis sueños,
un lugar de paisajes de ensueño,
un lugar de maravillosos y dulces recuerdos.
Victoria Baltazar -Perú-
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