Por treinta monedas de plata,
ni siquiera de oro, que mata,
Judas Iscariote a Jesús traiciona;
era mucho más su ambición que amistad
y amor a nuestro Redentor, que lealtad
cuando acciona sin ingenuidad,
mandándolo a la muerte.
Judas guió a todos los guardias
hasta el monte donde Jesús oraba
y con un beso traidor indicó quién era,
a Jesús lo arrestaron en Getsemaní.
Guiado por su avaricia,
por su inicua traición,
Judas fue recompensado
con treinta piezas de plata sucia.
Judas se arrepiente de sus actos,
intenta devolver las monedas
a los grandes sacerdotes pero
no lo aceptan.
Al no ser aceptadas las monedas,
las arrojó por el piso del templo
donde rodaron veloces en intento,
salió, y se fue.
Judas, el traidor, sale corriendo
y desesperado, al ver su error,
sale huyendo con horror
del templo,
al recibir la noticia que Jesús
será condenado a muerte.
Desesperado ante la magnitud
de su delación,
se suicidó ahorcándose.
Por treinta monedas de plata,
sin ser oro, su vida cata,
y repleto de remordimientos
se da cuenta de sus sentimientos,
su gran traición y se mata.
¿Por qué traicionar a Jesús de Nazaret?
Si era un hombre admirado
aclamado, lleno de decoros
éticos y profesionales, Maestro
Predicador, humilde,
que buscaba que Dios perdonara
nuestras culpas y pecados
para darnos Vida Eterna?
Su traición y avaricia
dejó dos muertos:
el suyo propio y el de Jesús,
pero Jesús de Nazaret se levanta
entre los muertos y vive
para ascender al cielo junto a su Padre.
Rosa Elizabeth Chacón León -Perú / Estados Unidos-
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