“Dadme el verso pulido en alabastro
que, rígido y exangüe, como el ciego,
mire sin ojos para ver: un astro
de blanda luz cual cinerario fuego”.
Guillermo Valencia
¡Oh numen!, no me apremies con porfía;
¿no ves que son las horas de Morfeo,
y un festín yo celebro de himeneo?
¡Espera un poco hasta que llegue el día!
Espera por la aurora alabastrina,
y un coloquio de amor los dos tendremos,
y palabra a palabra puliremos
con la sagrada chispa cervantina,
el verso, y tallaremos cual diamante,
-con el cincel del verbo resonante-
como estatua viviente, mi poema.
Dame la rima, la cadencia, el metro,
y yo altiva, del bardo tendré el cetro
que llevaré a mis cielos como emblema.
Del libro BRINDIS POR UN POEMA de Leonora Acuña de Marmolejo
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