viernes, 30 de marzo de 2018

VIERNES SANTO


Mis pies desnudos solo sobresalen,
de las piedras lisas donde te espero,
sentada contemplo de donde te traen,
es hora de nona y yo desespero.
Cargando una cruz los niños te lloran,
los niños no saben que es una guerra,
la pesada cruz con la que te imploran,
que llegue la paz, que acabe la guerra.

El amargo cáliz no solo lo beben,
hombres y mujeres sobre la reyerta,
lo beben los niños que nada le deben,
a Dios y a la vida que hoy yace inquieta.

Mis pies mojados suspiran que llegues,
a traer los peces, los panes, la cesta,
e ir con los niños a que les entregues,
como antaño hicimos en esa deserta.

Te sigo aguardando y lloro observando,
con mis pies mojados en este hastío,
aguardo a que llegues, valiente, triunfando,
con la cesta llena muy cerca del río.

Aún sigo aquí con mis pies desnudos,
es hora de nona y te veo pasar,
tu sombra es enorme y cubre los mundos,
sediento, cansado de tanto cargar.
Vas rumbo al cadalso, ¡te van a matar!
los míseros torpes, hombres sin honor,
que gozan tu muerte viéndote acabar,
acabarte niño, solo en el horror.
Con mis pies desnudos, mojados de amor,
aguardo que llegues con la cesta llena,
rebozando panes puestos al calor,
al calor triunfante de la luna llena,
y al cobijo eterno de la ansiada paz.

Hortencia Aguilar Herrera -México-

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