Hoy el alba huele a rima,
huele a trazos de poesía,
a sudor y melancolía.
Aroma de musas de grandes poetas,
aroma a piel de durazno,
a besos, a vino, a bocas,
y mares de sueños y ensueños.
A misterio y embrujo,
a magia de mariposas,
a caricias de los niños,
a tordos y tulipanes,
a mancebos y princesas,
a canto de ruiseñores y llanto de desamores.
La poesía huele a tierra,
huele a surcos de maíz, a alimento del alma,
a paz y a libertad.
Pero, también huele a piel,
a caricias elocuentes,
a época y desenlaces,
huele a leña de corral.
Huele a canto de gitanos,
a infusión de las estrellas,
a romance de las almas,
a dolor y rebeldía,
a protesta de los pueblos,
huele a olas de ilusión,
a plumas, a tinteros,
y a papiros de algodón.
Se respiran en el aire la pasión,
la soledad y el olvido.
Huele a dolor y angustia,
a suave melancolía,
huele a cuitas y tristezas que emanan del corazón.
Pero también huele a danza,
a versos,
en las notas de dulzor.
Huele a candor, a arreboles eteréos,
de iridiscencia inefable.
Hay aroma a horizonte, a infinito,
a ínfulas de una eternidad.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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