Eran mujeres perfectas de siluetas generosas
que atrapaban los anhelos y soltaban los desvelos,
eran mujeres eternas de palabras milagrosas
que causaban los enojos y gozaban los consuelos.
Eran la herida sangrante de los sueños inconclusos
que oprimían por las noches lo más profundo del alma,
que amargaban la bonanza llenando la fe de angustias,
que atacaban la memoria rabiando los pensamientos,
que alteraban los sentires destruyendo hasta la calma,
que agrietaban las entrañas con sus vanidades mustias.
Eran mujeres discretas de tendencias pretenciosas
que ocultaban los capelos y mostraban los anzuelos,
eran mujeres rotundas de caminatas gloriosas
que enlazaban los caminos y soltaban los destinos
Eran la marca imborrable de los pasos pretenciosos
que provocaban los daños rasgando la piel y talma,
que soslayaban los credos escondiendo diez mil hostias,
que suscitaban los miedos arrancando los lamentos,
que denegaban los vuelos cambiando trulla por jaula,
que sojuzgaban los versos con sus comedias de pitias.
Eran mujeres ardientes de preferencias viciosas
que comulgaban pecados y discrepaban revuelos,
eran mujeres sensuales de pretensiones morbosas
que regalaban placeres y procuraban desvelos.
Jerry Méndez -México-
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