No he degustado otra brisa
que la prisa;
no he degustado otro viento.
A mí me tuvo mi madre
entre la casa y el huerto.
No se me dio más salida
que la vida;
no se me dio más escuela.
De sol a sol un arado
para clavarlo en la tierra.
Nadie me ha dado la mano
como hermano;
nadie me ha dado los ojos.
Entré en el mundo sin nadie,
ayuno de almas, yo solo.
Nunca he tenido ni amigos
ni enemigos;
nunca he tenido calores.
Tan solo apremios y prisas
y, sobre prisas, sudores.
Hoy me ha venido la calma
sobre el alma;
hoy me ha venido la suerte.
Hoy se han mirado a los ojos
mi corazón y la muerte.
Del libro Tierra conmovida de
Mariano Estrada
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