No me escuchas, pero hablo en tu sueño de horas límites. Sigo escondida en este silencio. Tal vez me sientes, por un embrujo que me impulsa a contarte mi verdad clandestina. Nado olas de vértigo por decirte que sin conocerte, te había presentido, y, conociéndote, te reconocí. Mi ansia se atreve a rozar tu oído para desvelar mi hambre de ti. Aquí estoy, acompañando tu sueño convaleciente, ansiando un prodigioso gesto. He caminado por tu orilla, estrangulada en una penumbra impaciente. Apenas tengo tiempo para contarte lo que lograste con tus sonrisas soleadas y cómo detuviste el aire para ocuparlo. Desde entonces me impregno de tu sonido y paseo por tus huellas. ¿Cómo soportar la cavidad de tu ausencia? Oscureceré como una tiniebla de noche. ¿No me escuchas? Te difuminas como un aroma, pero el sonido de tu sombra me seguirá acariciando infinitamente.
FÁTIMA MARTIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario