Y ahora que las penas
me brotan a destajo,
en este domingo imperecedero,
como mi perra suerte.
Tras entablarse mis lágrimas,
zurumbático me deslizo
entre callejones y dramas.
Zascandil en la penumbra,
me embriago
con momentos pasados,
de esos que arrinconan el alma.
Me agrieto más a cada paso,
escoltado por este chipichipi,
que me empapa las entrañas.
Entre llantos de sirenas,
supuro nostalgia,
de esa a la que te aferras
en las noches de luna llena.
Taciturno e iracundo,
sin sigilo me devasto
y tras la ruina, aún, me yergo.
Tan crapuloso, me concibo,
que subasto
mi castidad y cinismo,
por tan solo una moneda.
ERIC URÍAS -México-
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