miércoles, 1 de junio de 2016

LA EPOPEYA DE YUDENITCH: NUEVA Y RUIDOSA CAIDA DE PETROGRADO


(Artículo de 1919)

     Ahora sí que cae. Ahora sí que va de veras lo de la toma de Petrogrado. Esto era lo que decía todo el mundo cuando la gran factoría de bolegramas de Helsingfors volvió a hacer circular por el mundo el estrepitoso anuncio de que el gran Yudenitch, a la cabeza de un formidable ejército cosaco, había salido a conquistar Petrogrado. Y hasta los más incrédulos se rindieron cuando la Asociada nos comunicó poco después que oficialmente se había dado al público en la Bolsa de París la sensacional noticia de que, por fin, la ciudad pontifical del bolshevismo se había rendido. ¡Qué de alborozo, qué de grandes letreros deslumbradores en los periódicos gordos cuya alma de tocino está toda en los anuncios...!
     ¡Por fin! ¡Por fin! bajo los cascos épicos de los piafantes caballos y al resplandor de las redentoras bayonetas cosacas, iba a florecer, en el suelo de la ciudad imperial, el dulce, el arcádico, el inefable reino de abundancia, de paz, de fraternidad, de dicha que, bajo el amparo protector de la Ley y del Orden, reserva la democracia occidental, nuestra alba y pura y limpia democracia (véase el caso de Hungría) a los pueblos arrancados al yugo del odiado bolshevismo.
     Y se celebraron concilios, y se nombró al que había de ser Gobernador de la ciudad rendida, y se hizo la lista de los funcionarios principales del nuevo gobierno; y hasta se calculó lo que, en bien de la felicidad de los habitantes libertados, había de hacérseles pagar incontinenti en forma de un impuesto especial para el ejército libertador.
     Pero, apenas habíamos tenido tiempo de saborear este nuevo condumio, otra vez tenemos que apechugar con la dura realidad, la que, en lugar de la toma de Petrogrado, nos presenta ¡ay! a esta ciudad muerta de risa al presenciar, no ya la derrota, sino ¡el copo y la captura, por el ejército rojo, del propio ejército del gran Yudenitch!
     ¿Hasta cuándo nos seguirán tomando el pelo esos fabricantes de noticiones aposentados en Helsingfors? ¿Y cómo el mundo tolera por tantísimo tiempo que los grandes diarios le engañen sistemáticamente con tan cínico menosprecio de la verdad?
     Lo que acaba de pasar con Yudenitch no es más que la repetición, aunque en una forma más sensacional, de la epopeya de Koltchack. Todos los días se nos anunciaba que Koltchack avanzaba con irresistible empuje sobre los desmoralizados y aterrados bolsheviques, que iban de retirada en retirada. Pero luego resultó que había habido un pequeño error de información... que en realidad el que no había ganado para sustos y retiradas desde que comenzó la campaña era Koltchack. Pero las tragaderas del público son infinitas. Ya veréis como antes de quince días se nos prepara otra bola y nos la volvemos a tragar. Y si esto sucede con noticias de operaciones miltares de tal calibre ¿qué no ocurrirá con las noticias --menos fáciles de comprobar-- que se han hecho circular profusamente acerca de las fechorías bolsheviques? Si el mundo fuera nada más que un poco sensato ¿qué crédito le iba a dar a estos informes propagados por gentes cuyo colosal cinismo les permite todos los días convertir las retiradas en avances y al capturado en capturador?
     Estokolmo y Helsingfors, los dos grandes hornos donde se fraguan los noticiones antibolsheviques son hoy, prácticamente rusa la una y alemana la otra. En la primera, en Estokolmo, residen los principales miembros de la nobleza, plutocracia y burocracia de tiempos del zar, grandes señores feudales todos, que no se resignan de ningún modo a la pérdida de sus enormes privilegios sobre las tierras y las almas de Rusia. Y en la segunda, en Helsingfors, tenemos instalados, por obra y gracia de las bayonetas alemanas, a los malhechores más sanguinarios que hubo jamás sobre la tierra. ¡Y es a estos dos centros de información a los que hemos dado la delicada y trascendental misión de enterar al mundo de lo que pasa hoy en Rusia!

Publicado en el blog nemesiorcanales
Compartido por Osvaldo Rivera

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