Del mismo material del que se tejen los sueños
mi vida está sujeta
al hilo claro-oscuro de las mágicas visiones.
Shakespeare lo dijo
Y también Calderón, Holberg y Zhuangzi;
la vida es sueño,
quizás el añoso reflejo de una estrella
cuya luz
sólo a estas alturas de la noche
enciende nuestras velas
o nuestros ecos más callados.
No lejos de estos equipajes
en el jardín de los manzanos y ovellones,
donde se empantana la sombra y el espejo
están los sueños de los otros:
el sueño del que duerme,
el corderaje del que teje por nosotros.
Cuanto más evidente es el sueño
más segura es la existencia y las imágenes del tánatos.
Las caléndulas, la noche
y todo lo que observo
lo veo a través de la óptica y su vidrio
-el contexto cósmico y sagrado de los sueños-.
Las energías múltiples del viaje
toman vida a través de la vigilia
y se mezclan,
como un perfume del Gólgota o la China
cuya esencia es más vital
en las horas de las pléyades y los grillos.
Con la levedad de lo pleno,
con la lentitud de lo eterno,
con la ligereza de lo etéreo
así viene el sueño a nosotros:
pájaro semítico
que en ocasiones reposa en hombros o cabezas
y repite nuestros nombres
como si la memoria
fuera la Sésamo
que hace mucho tiempo cerramos.
Del libro De regreso a Schuaima de
Winston Morales Chavarro -Colombia-
Publicado en Editorial Alebrijes
No hay comentarios:
Publicar un comentario